Robyn Henderek | PCP PIRE Intern
It was four o’clock in the afternoon and had just begun to rain, hard. But that mattered very little at this point because we were all still wet from the storm a few hours ago. Earlier that morning we had been dropped off with nothing but a topographic map and a Brunton and our goal was to produce a geologic map of a very hilly region north of Torio several kilometers away from the ocean. “Go as far as you can – just be back here by five,” Federico, one of the instructors, told us as he drove away down the muddy road leaving just me and my two new friends from the Universidad de los Andes on the banks of Rio Negro.
We spent all day climbing up hills to get our bearings, dodging cows, crawling under barbed-wire fences and wading through streams. It was four o’clock and we just had to find one last contact between a sedimentary sequence with an overlying basalt to the north. The rain was coming down hard as we walked single file down a narrow path which ran alongside Rio Mariato. Aura, one of the students from the Universidad de los Andes pointed across the river and exclaimed “Alla!” There it was – the outcrop we were looking for! To be sure it was the basalt, it needed to be cracked open.
Most of the fieldwork we did while in Azuero was either at the beach, in the river or down a narrow stream creeping under loose branches and wading through muddy water. Typically, the streams and rivers were not much deeper than to our waists but here we were in the Rio Mariato and we all knew the water was well above our heads. But, without hesitation, we took off our backpacks and put down our various tools – taking only our trusty rock hammer as we waded into the cool, clear river water. Soon, we were swimming across the channel. Gongora, one of the Colombian students, got to the outcrop first, cracked open a sample in situ and yelled “Basalto!” We found it, time to hike home.
This June, the PCP-PIRE Summer 2014 interns had the pleasure of working alongside sixteen undergraduates from the Universidad de los Andes as well as fifteen graduate students, professors and post-doctorates representing five different institutions from across the Americas: Florida Museum of Natural History, University of Florida, Florida State University, Smithsonian Tropical Research Institute as well as Universidad de los Andes. The goal of the trip was to produce a detailed geologic map of the Azuero Peninsula integrating many different areas of the geosciences including structural geology, stratigraphy, paleontology, geochemistry, petrology and geophysics. In the end, 220 square kilometers of the western peninsula were mapped, 260 geologic samples were collected, 79 cores were taken for paleomagnetism analysis, 34 transects were walked, and 200 meters of stratigraphic columns were recorded. In addition, over 80 fossils were collected which include seeds, fruits, mollusks, sea urchins, shark teeth, as well sea turtles and a Dugong – all biostratigraphic indicators of the Miocene. Much of what we found differs from what was previously reported in the literature, so keep an eye out for new publications from Azuero!
Por Robyn Henderek | Pasante del PCP PIRE
Eran las cuatro de la tarde y justo había comenzado a llover, fuerte. Pero eso importaba muy poco pues todos estábamos aún mojados por la tormenta de hacía algunas horas. Más temprano esa mañana, nos dejaron en el campo con nada más que un mapa topográfico y un Brunton; nuestro gol era producir un mapa geológico de una región montañosa al norte de Torio, varios kilómetros lejos del océano. “Vayan tan lejos como puedan – pero asegúrense de estar de vuelta a las cinco”, nos dijo Federico, uno de los instructores, mientras se alejaba por la carretera fangosa dejándonos, a mi y a mis dos nuevos amigos de la Universidad de Los Andes, en los bancos del Rio Negro.
Pasamos todo el día subiendo las colinas para orientarnos, esquivando vacas, reptando bajo rejas con puntas espinosas y vadeando riachuelos. Eran las cuatro de la tarde y acabábamos de encontrar un último contacto entre una secuencia de roca sedimentaria con un subyacente basalto al norte. La lluvia caía fuerte mientras caminábamos en fila india por un camino estrecho que corría a lo largo de río Mariato. Aura, una de las estudiantes de la Universidad de Los Andes señaló al otro lado del río y exclamó “¡Allá!”. Allí estaba, ¡el afloramiento que estábamos buscando! Para estar seguros que era EL basalto, necesitábamos quebrarlo.
La mayor parte del trabajo de campo que hicimos en Azuero fue en la playa o bajando por un arroyo estrecho, deslizándonos bajo ramas sueltas y vadeando en aguas barrosas. Típicamente, los arroyos y ríos no eran más profundos que nuestras cinturas pero aquí estábamos en el río Mariato, y todos sabíamos que el agua cubría nuestras cabezas. Pero, sin dudarlo, nos sacamos las mochilas y dejamos nuestras herramientas, cogiendo solo nuestro confiable martillo mientras vadeábamos dentro de la fría y clara agua del río. Pronto, estábamos nadando a través del canal. Góngora, uno de los estudiantes colombianos, llegó al afloramiento primero, quebró un pedazo de muestra in situ y gritó “¡Basalto!”. Lo encontramos, hora de regresar a casa.
Este junio, los practicantes del verano 2014 del PCP-PIRE tienen el placer de trabajar junto con dieciséis estudiantes de pregrado de la Universidad de Los Andes así como con quince profesores y post-doctorantes que representan a cinco instituciones diferentes de las Américas: el Museo de Historia Natural de Florida, la Universidad de Florida, la Universidad del estado de Florida, el Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian y la Universidad de Los Andes. El objetivo de esta misión fue producir un mapa geológico detallado de la Península Azuero integrando diferentes áreas de las geociencias como geología estructural, estratigrafía, paleontología, geoquímica, petrología y geofísica. Al final, 220 kilómetros cuadrados de la península occidental fueron mapeados, 260 muestras geológicas fueron colectadas, 79 cores fueron tomados para análisis de paleomagnetismo, 34 transectos caminados y 200 metros de columnas estratigráficas fueron registradas. Además, más de 80 fósiles fueron colectados, incluyendo semillas, frutos, moluscos, erizos de mar, dientes de tiburón, tortugas marinas y un dugón, todos indicadores bioestratigráficos del Mioceno. Mucho de lo que hemos encontrado difiere de lo reportado previamente en la literatura, así que ¡estén atentos de las nuevas publicaciones sobre Azuero!