By Ryan Haupt | PCP PIRE Intern
To mirror a sentiment espoused by Carl Sagan, we live in a time that is both rich in scientific knowledge yet sadly poor in the public’s understanding of it. Few would argue this is a good thing, yet fewer still seem to know how to fix it.
Most scientists who work for universities are expected as part of their job to engage in some sort of service to the public, usually in the form of outreach, or explaining what it is we do all day (often with taxpayer funding) to both promote ourselves and narrow the knowledge gap between the academics and everyone else.
This solution seems simple enough, but there are a number of issues. Scientists spend years getting trained on how to speak to other scientists about their work, and the shift in language and thinking is nontrivial. The way we speak to each other attempts to maintain the integrity of our work, which is important and necessary, but to the public is justifiably impenetrable and frankly boring. Contra wise, our training as scientists barely covers relevant aspects of teaching scientifically inclined undergraduate students, let alone those long done with their education.
Yet every once in a while a project so inherently interesting, so easy to talk about, and so blessed with discoveries of obvious relevance to our overall understanding of the world we live in comes along that it makes the job of outreach as easy as saying exactly what happened. As you have no doubt guessed by picking up this newsletter, the undertaking of which I speak is of course the Panama Canal Project. Here we have science done within what should be a wonder of the world from an engineering perspective, yet also has had immeasurable impacts on history, politics, health, commerce and of course, science. The PCP represents a unique opportunity to both do science, and to tell the public about that science on a scale as large as the impact of the initial rise of the isthmus and the subsequent digging which allowed for the project in the first place.
People think about paleontology as a thing that happened in the American West during the days of cowboys versus Indians, or perhaps as something found in the deserts of the Far East, in locales as remote as can be found on earth, completely outside the reach of most of the public’s experience. Yet here we have a location where paleontology is being done every day as 6% of the world’s goods sail right on past. How can you not want to talk about that?!
I am a young scientist, and am outgoing by nature so—while I respect that not all scientists want to talk about their work to public—I see my inherent outreach desires and the opportunity presented by this project as a pretty natural fit. For a few dollars and several quick keystrokes, I can simultaneously update multiple social media platforms about our daily finds in real time while sitting along the banks of the canal. I can speak to reporters and help write posts on websites viewed by tens of thousands, or talk about my experiences on my podcast listened to regularly on all seven continents (yes, we have listeners stationed at McMurdo, a world away from life in Panama). The more I have engaged the public, the more I realize how hungry many of them are for knowledge not filtered through traditional media outlets. The adventure of scientific discovery can still be made palpably exciting by those scientists whom remain enthusiastic and vocal, and I truly believe the public wants to listen, so long as we’re willing to take the time to tell them.
Por Ryan Haupt | Pasante del PCP PIRE
A reflejar un sentimiento sostenido por Carl Sagan, vivimos en un tiempo rico en conocimiento científico pero tristemente pobre en el entendimiento público de ello. Pocos argumentarían que esto es una buena cosa, pero menos aun saben cómo arreglarla.
El público cree que los científicos se dedicarán a un tipo de servicio al público, típicamente en la forma de divulgación. La divulgación significa la explicación pública de lo que nosotros científicos hacemos todo el día, típicamente con los fondos de contribuyentes. El propósito es reducir la distancia entre los académicos y el resto del mundo.
La solución parece simple, pero hay algunos problemas. Los científicos han entretenido durante muchos años en cómo hablar con otros científicos sobre su trabajo, y el cambio en lenguaje y pensamiento no es insignificante. La manera en que hablamos entre nosotros es un atento de mantener la integridad de nuestro trabajo, algo definidamente importante y necesaria, pero el público percibe nuestra manera de hablar como algo justificadamente impenetrable y aburrida. Nuestro entrenamiento como científicos ni siquiera cubre cómo hablar con estudiantes de pregrado con inclinaciones científicas – mucho menos a las personas que han acabado con la educación desde mucho tiempo.
De vez en cuando un proyecto es tan intrínsecamente interesante, tan fácil de entender, y tan bendecido con descubrimientos de relevancia obvia a nuestro entendimiento del mundo que el proceso de divulgación es increíblemente simple porque solamente tenemos que decir exactamente lo que pasó. Como usted ha sin duda adivinado, el proyecto de que hablo es el Proyecto del Canal de Panamá (PCP-PIRE). Aquí tenemos una ciencia que no sólo es una maravilla del mundo por una perspectiva ingenieril, sino que también tiene impactos inconmensurables en el mundo de la historia, la política, la salud, el comercio y por supuesto, las ciencias. El PCP-PIRE representa una oportunidad única de hacer ambos ciencia y divulgación. El impacto de la divulgación podría ser tan grande como el levantamiento inicial del istmo y la excavación que permitió este proyecto en el primer lugar.
Personas creen que paleontología es una cosa que ocurrió en el oeste estadounidense durante los días de los vaqueros e indígenas, o quizá como algo que se encuentra en los desiertos del Extremo Oriente, en las localidades más remotas del mundo, completamente fuera del alcance del público. ¡Pero aquí tenemos un lugar donde hacemos paleontología cada día mientras que 6% de los bienes del mundo pasan delante! ¡¿Cómo no querría hablar de eso?!
Soy un científico joven, naturalmente extrovertido, y respeto que no todos los científicos quieren hablar sobre su trabajo al público. Veo mis deseos inherentes de divulgación y la oportunidad presentada por este proyecto como un encaje perfecto. Con pocos dólares y algunas pulsaciones dela tecla yo simultáneamente puedo actualizar múltiples redes sociales sobre nuestros descubrimientos en tiempo real mientras que siento cerca de las orillas del canal. Puedo escribir en sitios web en páginas visto por miles de personas, o hablar sobre mis experiencias en mi podcast que tiene oyentes regulares en todos los siete continentes (¡sí, tenemos oyentes en McMurdo, un mundo lejos de la vida en Panamá!). Cuanto más que me involucro con el público, me doy cuenta de que ellos desean el conocimiento que no ha filtrado hacia los medios de comunicación tradicional. La aventura de descubrimiento científico se puede desarrollar en algo palpablemente emocionante por esos científicos que quedan emocionantes y vocales. Yo creo que el público quiere escuchar con tal de que nosotros tomamos el tiempo de enseñarle.